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Ella veía diferente al mundo

In memoriam de la Dra. María Fernanda Paz Salinas

Homenaje escrito por Cuauhtémoc León

Ella veía diferente al mundo, nos lo develó y compartió. Con sus ojos y escritos nos descubrió un nuevo modo de ver; sus tesis las ejercía y las convirtió en algo así como su gimnasio intelectual, era un campo de ejercicio social. Me aventuro, no como su alumno, ni siquiera como su competidor o colega, tal vez como un observador con muchas ventajas, pues no sé si al conversar conmigo y responder a mis preguntas en las charlas intensas y esporádicas, con cariño, era condescendiente.

Se dio cuenta que las comunidades, los colectivos, los indígenas y la resistencia peleaban por la vida. Su visión era un ejercicio riguroso y profundo, tenía unos lentes para meter el estetoscopio social y medir la presión y el pulso de los conflictos socioambientales: “Los conflictos socioambientales son luchas para garantizar las condiciones de vida”.

Su solidaridad no era fingida, todo indicaba que era un convencimiento genético, tal vez le estorbaba la academia y su cubículo, todo indicaba que salía a los colectivos a ver para comprender (inmersión y apetito), se metía y era útil para esos colectivos y estudiantes que recién se expresaron con unas esquelas (que dan un poco de envidia), expresando sus lamentos de despedida, que muestran de manera inequívoca y sincera su aprecio por una compañera que contribuyó con piezas de artillería conceptual, arrojando nueva luz a zonas obscuras de sus estrategias y retos.

De sus múltiples dimensiones, a mí me tocaron algunos ángulos del gran poliedro que tenía como personalidad, cocinaba también como chef, su disciplina en la cocina también era de samurái (supongo que son disciplinados), aunque nadie como ella para burlarse de uno mismo, cosa que teníamos en común; disparábamos de manera creativa una cantidad de boberías que a su vez nos permitía alebrijes y maromas con acrobacias verbales para entender sistemas complejos; de la cocina tenía muchos libros, y sus sorpresas de comidas con nuestras respectivas familias nos hacían despachar todo. Resalto su mole rosa, sus ensaladas y verla comunicarse con Horacio su esposo (el Dr. Riojas) y sus dos cachorros Sofía y Andrés (y su joven esposa Pau) casi en código, con voces, tonos diversos y miradas cómplices (brillos de acero). Para siempre llegar al chocolate, siempre exigentes del chocolate perfecto y amargo, en eso compartíamos nuestro expertise. Fernanda era experta en chocolates.

Es difícil explicar la evolución y destilación de sus contribuciones para entender las tensiones y los conflictos, tiene de facto una teoría del poder, y por qué son irreconciliables los encuentros entre las comunidades con sus opositores como fuerzas de un desarrollo que los somete, la defensa de sus medios de vida y su territorio. Hay raíces en el trabajo que Horacio y Fernanda realizaron sobre la salud y los efectos de la minería, luego en bosques, luego todas las luchas y resistencias, luego la organización de las comunidades y su medio ambiente (agua y salud, por ejemplo). Si hubiera alternativas al diálogo, cosa que constantemente analizábamos, cualquier interesado está obligado a revisar sus textos. Por supuesto en toda cosa que yo hacía siempre los involucraba, mejor combo es difícil de admirar y querer.

Al escribir, veo su mirada y su sonrisa. Me la imagino apenada y pidiéndome que no escriba esto. Yo la conocí en 1992 en El Colegio de México en el programa LEAD, y desde ahí nos hicimos amigos, puedo decir que ejercimos las tipologías de amistad que denotan las 12 palabras árabes para amigue. Con ella desarrollamos dos cursos o módulos para un diplomado de género de la UNAM y otro para WWF, donde pudimos ejercitar nuestras capacidades creativas con la idea del manejo alternativo de conflictos. Cómo disfruté eso, pues su rigor era creativo y convocante. Recuerdo particularmente un foro en el MIDE, donde junto con Marina Robles nos propusimos pensar en el futuro que queremos, tarea que constantemente visitábamos.

No crean que cuando nos veíamos siempre hablábamos en serio, de hecho, era lo contrario. Igual que las comidas, era aderezo y siempre muy medido, la mayor parte del tiempo hablábamos de lo sustantivo, de las cosas sencillas que le dan sentido a la vida, arte, belleza, jardín y cosechas, recetas de cocina, bebidas, música o historia, de nuestros hijos, y de sus miles de amigas.

Sin duda, ¡Ella veía diferente al mundo!

Con profundo pesar despedimos a la Dra. María Fernanda Paz Salinas, quien dejo amor, sabiduría y grandes enseñanzas.

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